La socia Elena Nuin, tocaya de la profesora de Tonofit, acude todas las mañanas a las clases de esta actividad de fitness. Administrativa de profesión, con 55 años se jubiló y desde entonces dedica su tiempo a su pasión, la pintura, y, por su puesto, a sus amigos y a su familia, en la que siempre se ha cultivado el amor por el deporte y la importancia de una buena alimentación.
Una amatxi muy activa
Elena y su marido tienen una hija y un hijo y tres nietos de cada uno de ellos, de entre 10 meses y 10 años. “Aún hago competiciones con mis nietos para ver quién corre más. Me dicen: ‘¡Venga Amatxi!’. Soy un poco picona con los mayores y a veces les gano, a los pequeños, les dejo ganar”, comenta divertida.
Siempre ha hecho deporte por su cuenta y se apuntó a un gimnasio después de nacer su primera hija, a los 24 años. Heredó la flexibilidad de su madre –que tocaba el suelo con las palmas de la mano a los 90 años– y es un aspecto que siempre ha trabajado mucho, ya que como le dijo su profesora de gimnasia y amiga Olga Ovelar, es lo primero que se pierde al envejecer.
Esto también se lo ha trasmitido a sus hijos, con los que ha salido mucho a andar y a subir monte. “Cuando eran pequeños los domingos quedábamos con la cuadrilla e íbamos al monte. También hemos jugado al frontón, hemos hecho bici… Ahora ellos siguen practicando deporte como pueden, compaginándolo con la vida familiar. Yo, como tengo una perrica, me obliga a salir a la fuerza. Aunque no me basta solo con andar”.
Objetivo: fortalecer la musculatura
Desde que empezó de joven, Elena ha acudido a varios gimnasios en Pamplona hasta que llegó la pandemia del covid-19, que supuso un parón en su vida de ejercicio.
“Tras la pandemia, después de 3 años sin hacer nada, me cambió el cuerpo. Una vez me dijeron que tenía la analítica inmejorable. Pero después del confinamiento me subió la tensión, la diabetes y el colesterol, por eso empecé con la gimnasia”.
Aunque en el confinamiento trataba de hacer ejercicio en casa con pesas, siguiendo algún vídeo en YouTube, reconoce que no es lo mismo. La reducción del ejercicio se sumó a temas personales, fuentes de estrés, que hicieron que adelgazara y le costara dormir. Por eso su médico de cabecera y el médico naturista al que acude le recomendaron que hiciera deporte para fortalecer la musculatura y le han estado orientando con la alimentación.
“Me han dicho que tengo que hacer ejercicio de pesas y que tengo que correr, que así se ejercita todo el cuerpo. No basta con andar, corriendo se trabaja toda la musculatura para estar fuerte, mejorar el esqueleto y no doblarse de mayor”.
En cuanto a la alimentación, hace como el refrán: desayuno de rey, comida de príncipe y, por la noche, se fuerza a comer lo que puede. Ha modificado algunos elementos de su dieta y añadido algún suplemento natural para reforzar sus vitaminas.
“Espero que con la alimentación y el deporte me vaya poniendo en condiciones. Hago una hora de ejercicio diaria, pero tendría que hacer más. A ver si con el buen tiempo me doy unos buenos paseos por el monte. Sí que estoy notando cierta mejoría, ahora me siento un poco más ágil”.
Esa agilidad la está notando a la hora de pintar, ya que lo hace sobre la mesa en vez de en un caballete y se tiene que estirar mucho, sobre todo para los cuadros más grandes. Cuatro de sus preciosos cuadros están expuestos en el restaurante La Huerta de Chicha.
Ejercicio y vida social
Elena ya había estado antes en nuestras instalaciones, pero no fue hasta hace unos meses cuando decidió hacerse socia.
“Miré otros gimnasios, pero me parecían muy cerrados o que solo había jóvenes con pesas. A mí me gustan más las clases, que te lleve alguien, y las instalaciones están muy bien”.
Comenta que se decidió principalmente por el horario, ya que las clases son por la mañana, y por la cercanía a su domicilio. “Además, tengo la opción de venir a cualquier actividad, puedo hacer sevillanas también si quiero, por ejemplo. De precio está muy bien y me pilla al lado de casa”.
Las clases de Tonofit le sirven para trabajar todo el cuerpo a través de ejercicios variados de tonificación, en los que cada uno puede elegir el peso y aumentarlo progresivamente, en función de su estado y condición física.
“Estamos personas de todas las edades, gente mayor que yo y gente mucho más joven, y creo que todos nos sentimos satisfechos, si no, no volveríamos”, asegura.
“Aquí, además, hay mucho compañerismo. La gente se ayuda: unos preparan a los otros el material si tardan en llegar; Isabel, una compañera que es fisio, te corrige las posturas… Aparte de la profesora, Elena, que es muy buena profesional. Es muy animada y nos motiva. En carnaval nos disfrazamos todos de los años 80s, a lo Eva Nasarre”, recuerda.
“Son todos majísimos, es un sitio estupendo. Lo recomiendo a todo el mundo”.