Llegó el momento de la exhibición de judo, que recoge el aprendizaje de todo el año. A modo de clase magistral, nos reunimos en el tatami con los padres de nuestros alumnos de los dos grupos de infantil (4-8 años y 10-14 años), les explicamos –y sobre todo les mostramos– los aprendizajes de nuestros pequeños judokas.
A lo largo de la sesión dejamos constancia de los objetivos físicos tratados durante el curso: el equilibrio, los reflejos, la coordinación y la orientación espacial. Además, el judo ayuda a incorporar nuevos esquemas motrices: desplazamientos, caídas y proyecciones.
En la exhibición final de curso hemos tocado distintos objetivos técnicos trabajados a lo largo del año: Rei (saludo), Ukemis (las diferentes caídas), técnicas de Judo (uki goshi/ o uchi gari/ o soto gari) y técnicas de inmovilización.
Estos principios quedaron patentes en toda la exhibición, durante la cual, casi de manera constante, los judokas tenían que elegir pareja y hacer ejercicios conjuntos. No hay judo individual, necesariamente tenemos que contar con otro judoka que sirve de acompañante u oponente en los distintos ejercicios. Tori y uke son imprescindibles.
Por eso, en un plano diferente, más allá de cualidades técnicas, el judo favorece competencias importantes para la infancia, referidas al desarrollo de la personalidad. Nos lo explica Alfredo Elizalde, director de la actividad y del gimnasio: “el judo sirve para recuperar la autoestima, favorece la determinación y la confianza en sí mismo; canaliza la agresividad y la frustración, y promueve el respeto hacia las normas y los demás.”