Hoy, 16 de noviembre, celebramos el Día Mundial del Flamenco, declarado Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO. Para descubrir un poco más sobre este arte, hablamos con la profesora de la actividad en nuestro Polideportivo.
Pura expresión
Las clases las imparte Mari Cruz González, bailaora de flamenco desde pequeña.
“Me apunté siendo pequeña en el colegio, y desde entonces he bailado en varios grupos: el Ballet Sortilegio Andaluz, el Conservatorio de Danza, la Casa de Andalucía… Me formé en la escuela bolera, la danza clásica española y, por supuesto, el flamenco. Desde hace algunos años me dedico a enseñar a bailar”, comenta.
Cuando se le pregunta qué es el flamenco para ella, lo tiene claro: “Es expresar con el cuerpo lo que muchas veces no puedes hacer mediante la palabra. Es soltar todo lo que tienes dentro”, afirma. “Se dice que es un arte y es cierto. Pasos hay muchos y se pueden aprender, pero lo importante es lo que se saca de dentro. Son las emociones y sentimientos que se transmiten y eso es lo que lo hace tan especial y diferente de otros bailes”, explica.
Dentro del Flamenco, hay una diversidad de palos con distintos compases: las sevillanas, los fandanguillos, la soleá, los tanguillos, las alegrías… En clase aprenden los distintos tipos y también ofrecen distintas actuaciones a lo largo del año.
Acompañando con el baile
Han ido a bailar a distintos centros y residencias de ancianos (las Hermanitas de los Pobres, Residencia El Vergel o Siervas de María, entre otras). “Para nosotros es muy gratificante”, explica Mari Cruz. “Además de ser una motivación para quien está aprendiendo a bailar, cuando vamos pasamos la tarde con ellos y les gusta mucho”.
Desde hace unos meses no pueden realizar este tipo de actuaciones, aunque, cuando en marzo comenzó la pandemia, quisieron seguir siendo ‘acompañantes’ mediante el baile. Se grabaron desde casa y montaron un vídeo que enviaron a los pacientes de la planta geriátrica de la Clínica Universidad de Navarra, donde iban a tener su próxima actuación.
Además, durante el confinamiento siguieron estando en contacto, grabándose vídeos y bailando por su cuenta. “Estuvo bien para no perder esa chispa, pero teníamos ganas de bailar juntas. En grupo te ayudas más y compartes, hablas. En junio volvimos a hacer clase presencial. Por suerte, es una actividad en la que se puede guardar la distancia y realizar con mascarilla”, concluye.
Un grupo muy acogedor
Se nota que en clase disfrutan y que hay una relación muy buena entre todos, unos lazos de amistad que seguro el baile ha ayudado a estrechar. María José, una de las socias lo expresa así: “Tenemos una alegría terrible dentro del grupo. Es decir, tenemos un ambiente maravilloso, con la profesora y con las compañeras, que es lo mejor de toda la clase. Porque bailar es algo alegre, pero si encima estás rodeada de gente alegre, eso ya es lo más de lo más. Pensamos seguir así muchos años”.
Al igual que María José, esperamos que ella, Mari Cruz y todas las personas que bailan flamenco con nosotros sigan muchos años más compartiendo su alegría entre ellas y con los demás.
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