Pilates: así es una clase desde dentro

Clase Pilates

Faltan diez minutos para que comience la clase de Pilates y la sala se llena de movimiento. La mayoría son mujeres, aunque también hay hombres que se suman a la clase. Colocan sus esterillas mientras saludan y se preguntan qué tal ha ido el fin de semana. Una melodía ligera comienza a sonar y el barullo a dispersarse. Ha llegado Itziar, la profesora. Su presencia pone orden y marca el inicio de la clase: todos se preparan para comenzar.

 

 

La sesión arranca con estiramientos suaves, de abajo hacia arriba. Las articulaciones se activan, las piernas se estiran y la columna se alinea. Las indicaciones de Itziar son claras: “Coge aire, exhala, cuidado con levantar en exceso los talones…” Cada movimiento se acompaña de una respiración consciente porque, como explica Itziar, “Saber respirar es indispensable. No sólo ayuda a concentrarnos, sino a ser conscientes de la postura que adoptamos y mantenerla”. Aprovechar la exhalación en los momentos de esfuerzo hace que el ejercicio sea más eficaz. La respiración costal evita que el transverso se desactive, y exhalar –como si empañaras un cristal– activa la musculatura”.

 

 

Al pasar al suelo, la clase se centra en la postura y el control. Columna, glúteos y piernas trabajan a la vez que la respiración acompaña cada movimiento. Aprovechar la exhalación en los momentos de esfuerzo hace que el ejercicio sea más eficaz. Aunque la profesora tiene una manera perfecta para hacerlo: “hay que exhalar como si empañaras un cristal. De esta forma, activas el CORE”.  Itziar también corrige detalles clave acercándose al alumnado: la alineación de la pelvis, la activación de los glúteos y el ritmo de la respiración, asegurándose de que todos realicen los ejercicios de manera segura y efectiva.

A medida que la clase avanza, los ejercicios se vuelven más exigentes con combinaciones que requieren equilibrio y control. Para ayudar a mantener la postura, Itziar utiliza la metáfora del “cactus”: “deben imaginar que hay un cactus entre su cuerpo y la esterilla, evitando que el cuerpo la toque”. De esta manera, son más conscientes de cada movimiento. Surgen risas cuando algún movimiento resulta más complicado y con más repeticiones, recordando que Pilates también puede ser divertido.

 

 

Poco a poco, la última serie de ejercicios llega a su fin. Todos se tumban boca arriba y realizan movimientos que permiten estirar toda la musculatura. La respiración profunda acompaña el alivio tras el esfuerzo, y un aplauso general marca el cierre de la clase.

Como comenta Itziar, el objetivo de la sesión va más allá del ejercicio: “La postura y la respiración son indispensables, pero no solo en Pilates, también en el día a día. Quiero que los alumnos aprendan a mover el cuerpo con conciencia y a cuidarse en cualquier momento de su vida”.