Moverse y disfrutar: Zumba con Puri Morales

Profesora Zumba

El buen ambiente de la sesión se siente incluso antes de que suene la música. Las alumnas comentan los días festivos de Navidad, confesando que no quieren renunciar a la clase ni siquiera en estas fechas: bailar les sienta demasiado bien. Cuando llega Puri Morales –la profesora– la saludan con algo más que cercanía, con la familiaridad de quien comparte más que una actividad; saben que están a punto de empezar un rato que disfrutan tanto como esperan.

 

Zumba movimiento brazos

 

La clase arranca con una elección potente para el calentamiento: una versión electrónica de They Don’t Care About Us, de Michael Jackson. El grupo empieza a activar el cuerpo con gestos enérgicos: brazos arriba y abajo, piernas que suben y bajan al compás… Puri guía con señales claras y el calor corporal sube a medida que lo hace el ritmo: “¡Quiero los brazos bien estirados y la cadera abajo, que esas piernas pueden!”.

 

Grupo Zumba

 

Un total de doce canciones articulan la clase, cada una con una energía distinta. Con la salsa de Vivir mi vida, los pies se mueven con una soltura casi instintiva, y la coordinación fluye como si llevaran tiempo ensayando. La Morocha y Mentirosa aportan el toque fiestero, llenas de giros que el grupo tiene ya muy interiorizados, mientras Puri marca el camino: “¡Giramos!”, “¡una más!”, “¡ese culo abajo!”.

 

Alumna y profesora zumba

 

Aunque alguna se pierda, vuelve a entrar entre risas, porque como explica la profesora, sus clases son “ante todo, un espacio para divertirse y desestresarse”. Y es que la clase de zumba no es una clase de baile al uso. Las canciones no solo se siguen: se interpretan. Las alumnas hacen gestos, cantan a medias y se meten en la historia como si fueran las protagonistas.

 

Zumba sonriendo

 

Promise marca el final de la sesión: una canción lenta, suave, con la que Puri siempre recuerda lo mismo: “ahora, disfrutad”. Tras un gran aplauso, una alumna le pregunta por una coreografía nueva, y Puri explica su proceso con naturalidad: “Sí, la haré. Primero tengo que aprenderme la canción y dejar que llegue la inspiración”. Se nota que escucha al grupo y que incluye lo que les gusta. La clase es suya, pero también es de ellas. Y quizá por eso, cuando la música se detiene y la sala queda en silencio, se entiende muy bien por qué incluso en Navidad todas quieren volver.