El entrenamiento empieza sin golpes ni guantes. La clase de boxeo arranca corriendo, con los alumnos dando vueltas a la sala en silencio, mientras las zapatillas marcan un ritmo constante sobre el suelo. Es un inicio seco, directo, pensado para activar y preparar el cuerpo antes de cualquier técnica. Aquí no hay atajos: “primero se construye el fondo físico, luego vendrá todo lo demás”.

Jesús Campuzano programa el cronómetro. Es su primer año dando clase en el polideportivo. Tiene 25 años y una década de experiencia en deportes de contacto. A pesar de su corta edad, basta verlo trabajar y escucharlo hablar de sus alumnos para notar la seguridad con la que enseña.
Sin guantes todavía, los alumnos empiezan a marcar golpes en el aire, concentrados en repetir el gesto una y otra vez. Jesús corrige la guardia, la postura y el equilibrio. Para él, el fondo físico no es un complemento, sino la base del boxeo. “La técnica importa, claro”, explica, “pero cuando falta el aire se pierde todo: baja la guardia, los golpes llegan tarde y la cabeza deja de ir rápido”.

El cambio se nota cuando se colocan los guantes. Antes de empezar, Jesús explica cómo serán las combinaciones -cinco en total-, las marca y ordena la secuencia. Primero trabajan por parejas; después, rotan, cambian de compañero y vuelven a empezar sin apenas margen para recuperar el aliento.

Esta tarde son impares, así que Jesús también entra en el ejercicio y golpea con alguno de los alumnos. Hay una breve pausa para beber agua, casi un paréntesis, antes de continuar. A partir de ahí, el fondo físico empieza a marcar diferencias claras: quien lo tiene sostiene la guardia y la concentración; quien no, lo nota enseguida.

Los últimos quince minutos son el asalto más duro. Jesús propone una serie numerada que no da tregua: tres golpes y una flexión; cinco golpes y dos flexiones; siete golpes y tres flexiones. El cuerpo pesa. Aun así, el grupo aguanta y alguien bromea con que la serie “iba a ser ligera”.
No es casualidad que, hace unas semanas, estos mismos alumnos afrontaran su primer campeonato amistoso y salieran reforzados y motivados. “Estoy muy contento con el grupo. Se lo toman muy en serio y cada semana se nota más”, comenta Jesús. La sesión termina agotando hasta el último resto de energía, pero dejando clara una idea: es un grupo que, golpe a golpe, se va consolidando. En el boxeo, como en este entrenamiento, el fondo no solo sostiene el cuerpo: sostiene las ganas de volver.